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04 septiembre 2025
Cuento: ETZATLÁN. Por José Baroja.
12 mayo 2025
Mateana Murguía de Aveleyra
Nació el 21 de septiembre de 1856 en Etzatlán, Jalisco, y murió el 23 de junio de 1906 en la Ciudad de México.
Se recibió como profesora el 18 de diciembre de 1878 y, apenas obtuvo su título profesional, se incorporó como directora a la Escuela Oficial para Niñas de Huichapan (Hidalgo). Distinguiéndose por ser la primera profesora en poner en práctica la gimnasia de salón.
Entre 1881 y 1884 trabajó en diversas escuelas municipales de la capital del país, hasta que, en el último año, obtuvo la cátedra de Gramática en la Escuela Nacional de Artes y Oficios para Mujeres.
Hacia 1886 fue nombrada directora de la primera de las Escuelas de Párvulos; poco después, por órdenes del presidente Porfirio Díaz, condujo una de ellas anexa a la Normal de Profesores, cargo que desempeñó hasta el 23 de junio de 1887.
Al momento de su muerte, impartía la materia de Lenguaje en la Escuela Normal para Profesoras.
Se casó el 19 de agosto de 1875 con Enrique Stein, de quien quedó viuda en octubre del año siguiente. De este matrimonio nació María Stein Murguía.
Durante su carrera laboró en diversas escuelas y en 1884 obtuvo la cátedra de gramática por oposición en la Escuela de Artes y Oficios. Perteneció a las sociedades.
Las Hijas del Anáhuac, y el Liceo Hidalgo, además de fundar y dirigir el periódico redactado por señoras y señoritas "Las Violetas del Anáhuac".
En 1885 contrajo segundas nupcias con el licenciado Tomás Eguiluz, con quien vivieron ella y su hija María en la ciudad de Guanajuato y volvió a quedar viuda. Se casó con Agustín Aveleyra, de quien tuvo un segundo hijo.
La revista La Mujer Mexicana publicó un número extraordinario dedicado a la memoria de esta mujer. En dicho ejemplar escribieron poemas, cartas y reseñas algunas amigas personales de la poetisa.
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La vida profesional de esta autora conjugó la docencia y el periodismo. Desde las páginas de las publicaciones seriadas, escribió profusamente en relación con la primera de estas actividades y pugnó por la mejora de las condiciones de trabajo de sus colegas.
Fuera de la prensa, llevó a cabo algunas labores de difusión. Se sabe, por ejemplo, que gestionó un ciclo de conferencias celebrado en el Teatro del Conservatorio, hacia septiembre de 1905; asimismo, en abril del año siguiente, dictó la conferencia “La gramática y el lenguaje”, con tal éxito que las autoridades le solicitaron un programa educativo que pudiera implementarse año con año, tarea que se vio truncada por su fallecimiento.
Participó en al menos tres asociaciones literarias: el Liceo Hidalgo, la Sociedad Literaria La Concordia y Las Hijas del Anáhuac. Colaboró en El Diario del Hogar, El Escolar Mexicano y Mazatlán Escolar; sin embargo, sus aportes más notables se hallan en las páginas de Las Hijas del Anáhuac —después renombrada Violetas del Anáhuac— y La Mujer Mexicana, dos publicaciones paradigmáticas de la escritura femenina de finales del siglo xix e inicios del xx, respectivamente.
En el primer periódico, Murguía se desempeñó como redactora y, hacia 1889, se convirtió en su directora debido a la enfermedad de Laureana Wright de Kleinhans, quien había ocupado dicho cargo hasta entonces. Tras las gestiones de Laura Méndez de Cuenca y Dolores Correa Zapata, también dirigió La Mujer, medio al que, incluso, dotó de nombre.
A la fecha no se conocen seudónimos de esta autora; no obstante, sus colaboraciones en la prensa pueden hallarse con dos firmas distintas, las cuales corresponden a su estado civil: Mateana Murguía, viuda de Stein, y Mateana Murguía de Aveleyra.
Su primer matrimonio, con Enrique Stein, tuvo lugar el 19 de agosto de 1875; Stein murió poco después del enlace, en octubre de 1876.
Casi una década más tarde, en septiembre de 1885, Mateana volvió a casarse, ahora con Tomás Eguiluz, fallecido tres meses después de la ceremonia.
Se desposó en terceras nupcias con Agustín Aveleyra el 23 de junio de 1887; desde entonces y hasta el final de sus días tomó el apellido de su cónyuge.
Con los nombres mencionados la escritora firmó ensayos, relatos, traducciones de textos educativos, escritos científicos y crónicas teatrales y de viajes; empero, la poesía fue el género que más cultivó y el que le ganó mayor reconocimiento entre sus contemporáneos.
Murguía nunca recogió su obra en volumen alguno. Hasta el momento sólo se conocen dos testimonios en libro de su labor escrituraria, los cuales formaron parte de antologías. El primero es el volumen de El Parnaso Mexicano —proyecto editorial dirigido por Vicente Riva Palacio—, dedicado a Esther Tapia de Castellanos, en el cual se incluyó la poesía “A Tollantzinco”; por su parte, José María Vigil, en Poetisas mexicanas. Siglos xvi, xvii, xviii y xix, compiló, además de la composición mencionada, los poemas “A una rosa”, “Rimas”, “A la memoria de los alumnos del Colegio Militar, muertos en defensa de la Patria el 8 de septiembre de 1847” y “A mi hija”, que acompañó con un retrato de la autora.
Pese a este vacío bibliográfico, Murguía fue conocida y celebrada en el campo cultural de su tiempo.
Acaso uno de los primeros escritos que se ocuparon de ella sea la semblanza biográfica que Laureana Wright de Kleinhans firmó para Violetas del Anáhuac, como parte de su serie “Mujeres notables mexicanas”.
A su muerte, La Mujer Mexicana le consagró un número póstumo que congregó plumas muy diversas; en él aparecieron composiciones poéticas firmadas por María Moreno, Francesca R. de O, Severa Aróstegui, Inés Villarreal, Refugio Barragán de Toscano, María C. de Kattengell, Quirino Ordaz, Balbina González, Rosa Navarro y Francisco César Morales. Se recogieron, también, palabras que en honor de la escritora jalisciense escribieron Justo Sierra y José Gabriel Malda, quienes destacaron sus esfuerzos como educadora; Domingo S. Trueba resaltó, amén de lo anterior, su obra como poeta, y Edmundo Castillo mencionó su importancia para la prensa femenil y la lucha por los derechos de las mujeres.
En épocas recientes, Mateana Murguía ha constituido objeto de análisis de dos trabajos que ofrecen datos biográficos y repasan su labor en la prensa: el libro Dos violetas del Anáhuac, de Elvira Hernández Carballido, y la tesis Periodismo en el siglo XIX. Mateana Murguía de Aveleyra, periodista, presentada por Arlene Esther Rodea Centeno, para obtener el grado de licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Su figura ha sido revisitada, asimismo, desde el ámbito de la historia del feminismo mexicano, aunque sólo de manera breve.
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Agradecimientos:
- Carlos Enrique Parra Ron.
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Referencias:
https://etzatlan.gob.mx/wp-content/uploads/2022/01/gaceta1.pdf (pág: 28, línea 3)
https://bnm.iib.unam.mx/files/iib/actividades-academicas/13_mateana_murguia.pdf
https://www.decimononicas.com/murguiaaveleyramateana
https://semmexico.mx/a-115-anos-de-su-muerte-mateana-murguia-periodista-mexicana-del-siglo-xix/
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21 abril 2025
Apolinar Pérez Alonso "Don Poli" - padre del cronismo en Etzatlán.
24 marzo 2025
Jesús Guillermo Gonzalez - Escritor Etzatlense.
Su primera novela, se publicó en diciembre de 2022, bajo el título: «Reminiscencias» misma, que llegó para plasmar un complejo vitral de emociones, y sensaciones universales: la pérdida, el amor, el desamor, la tragedia, entre otras. Todas, con un factor en común: el resumen de la tragedia que -a veces-, implica el simple hecho de vivir...
Más tarde confesó -entre risas-, que su novela existía en una suerte de superposición cuántica: «parece ser famosa, pero nadie la conoce.»
Reminiscencias, aborda la historia de un joven marcado por un contexto social y político adverso, que lo orilla a la guerrilla, y que solo cuenta con la ilusión del amor para mantenerse firme.
Al leer el libro, el lector es acompañado por un paisaje lúgubre, y desolado, gobernado por el desasosiego.
Nos encontramos, pues, con una novela que no invita a los finales felices, sino, a las reflexiones que solemos ignorar en el día a día, pero que, encierran el verdadero sentido de la existencia.
21 marzo 2025
Carlos Enrique Parra Ron - El Hombre detrás de la Crónica.
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Carlos Enrique Parra Ron, mejor conocido como: "Don Carlitos", es cronista vitalicio, compositor, escritor, promotor cultural e historiador. Nacido el 8 de julio de 1948 en Guadalajara, Jalisco. Su vida ha estado marcada por una profunda vocación literaria y un incansable compromiso con la preservación de la historia y las tradiciones de Etzatlán, Jalisco.
A pesar de ser autodidacta en literatura, desde temprana edad, mostró un talento innato para la escritura, y fue presidente de la Asociación de Autores y Compositores del Estado de Jalisco, A. C., durante un año y medio.
Antes de dedicarse de lleno a la cultura, y la historia, desarrolló una carrera en el ámbito de la publicidad y trabajó en Guadalajara y Ciudad de México, siendo socio-fundador de la Asociación Mexicana de Profesionales de la Promoción, A. C.
Desde 2005, decidió dejar atrás su vida en la perla tapatía, para residir en Etzatlán -claro, está no sería la primera vez que él venía al pueblo-, sino que, -gran parte de su infancia-, solía regresar a vacacionar con sus parientes más cercanos. Ahí fue donde su pasión por la escritura y la promoción cultural floreció, convirtiéndolo en una figura clave en la vida artística e histórica del municipio.
"Me siento muy orgulloso, de ser Etzatlense... me preguntan, pero tú no naciste aquí... Decía la muy conocida cantante, Chavela Vargas: «Un Mexicano, nace donde se le da su fregada gana», así también, un Etzatlense, nace dónde le de su fregada gana... No importa que uno no haya nacido aquí, lo que importa, es el amor que se lleva por la población..." (comenta en una entrevista realizada a su persona, con fecha del 10 de Abril de 2020).
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